DAR PARA DAR

jueves, 19 de marzo de 2009

El Poder Transformativo De La Generosidad


Según el Feng Shui, para recibir cosas materiales tenemos primero que dar lo que tenemos y así hacer espacio para más. En el Budismo, la generosidad es considerada una de las virtudes que se deben cultivar para purificar el karma y vivir una vida sin obstrucciones en el camino a la iluminación. Los versos de los Vedas describen la generosidad de los elementos y la manera en que la naturaleza nos da sin pedir nada a cambio; como el sol que brilla en las mañanas y la lluvia que cae para darnos de beber.


Sin embargo, en la vida diaria, y sobretodo cuando se trata de dinero o de tiempo, solemos pensar que nunca tenemos suficiente como para compartir. Cuando sentimos que no hay suficiente, nuestro instinto auto-protector elimina cualquier impulso de generosidad que pudiéramos tener.

Si cultivamos la generosidad en los momentos en que menos queremos hacerlo, nos vemos forzados a confrontar nuestros sentimientos de escacés y a cuestionar su validez. Dar revierte el mensaje de escacés que nos damos constantemente a nosotros mismos y pone a prueba nuestra confianza en la abundancia. Cuando dar parezca difícil, lo mejor que podemos hacer es DAR. Lo que importa no es el tamaño de lo que se dé, sino el acto de dar. Esto es infalible para aprender a desapegarnos de las cosas, y para traer abajo las barreras de nuestro ego que nos hace pensar que sólo nosotros importamos, que si damos los demás se van a aprovechar, y muchas otras tonterías con las que nuestra mente nos suele torturar.

La práctica de la generosidad nos ayuda a empatizar con los demás, eliminando nuestro sentido de separación del resto de personas, seres y cosas. Mientras más cerca nos sintamos al mundo que nos rodea, mientras más aceptemos que la felicidad de los demás es tan importante como la nuestra, nos será más fácil dar de lo nuestro en beneficio del resto. Lo mismo va en relación a nuestra manera de tratar a los animales, al medio ambiente, y a todo en general. Ser generosos nos ayuda a conectarnos con el resto del mundo, y empezamos a sentir que dar a los demás es darnos a nosotros mismos. Esta es la generosidad que no se reserva para ocasiones especiales, y que no hace un gran acontecimiento del hecho de dar. La gente más generosa es la que da sin pensarlo ni esperar nada a cambio, de la misma manera en que nos da la naturaleza.

Así resulte forzado al principio, ser generosos es beneficioso porque nos va transformando poco a poco. Mientras más lo practicamos, mejor lo hacemos; algo así como aprender a caminar o a manejar, que después de bastantes caídas y errores se vuelve algo automático. Si quieres experimentar esta transformación, puedes empezar con estos consejos, prestando siempre mucha atención a tus reacciones, expectativas y sentimientos en relación a tu generosidad:


*Durante una semana, trata de dar algo cada día. Puedes ofrecer una fruta a un colega, o llevarle una flor a un amigo. Puedes darle un regalo de cumpleaños a alguien que no lo espera, y dárselo anónimamente sería aún mejor.

*Da de tu tiempo ofreciéndote de voluntario para alguna causa que te inspire, llamando a un amigo que esté triste, ayudando a alguien a mudarse de casa, ó alimentando a un perro de la calle, por ejemplo.

*Haz un ofrecimiento mental a alguien. Si sabes que alguien que conoces realmente quiere o necesita algo (amor, un buen trabajo, una casa nueva), deja la envidia de lado y desea genuinamente que lo consiga. Lo puedes hacer todas las veces que quieras durante el día, y es especialmente poderoso y transformativo si lo haces hacia alguien que no sea de tu agrado, ya que representa un gran reto y un mayor trabajo emocional. A la vez, cada vez que pienses en alguien puedes desear su bienestar y felicidad. Esta actividad cultivará pensamientos y sentimientos de amor y generosidad en tu vida diaria, y ¿quién sabe? Tal vez también ayude a que esas cosas se materialicen.

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